Descubre las consecuencias de un amortiguador en mal estado

¿Qué son los amortiguadores y cómo funcionan?

Básicamente, se trata de uno de los elementos más importantes de tu vehículo, ya que desempeñan un papel crucial en la dirección, el frenado y la estabilidad del mismo. Son los responsables de controlar tanto los movimientos del sistema de suspensión como el agarre de los neumáticos a la carretera. 

Se encuentran ubicados entre el chasis y las ruedas. Sin ellos, los riesgos que corres al volante se incrementan, así como las probabilidades de choques o vuelcos.

Concretamente, su función principal se centra en:

• Controlar el movimiento excesivo de la carrocería y los neumáticos.
• Reducir el rebote, la inclinación y el balanceo de tu vehículo, la inclinación al frenar y el descenso al acelerar.
• Ayudar a mantener una conducción/frenado uniforme y la alineación de las ruedas.
• Disminuir el potencial de desgaste prematuro de los neumáticos y otros componentes de la suspensión.

Los amortiguadores cuentan con dos extremos que controlan el movimiento oscilante del chasis, ambos impulsados por aceite o gas presurizado para potenciar su resistencia al rebote.

Por ejemplo, cuando caes en un agujero de la calle o pasas sobre objetos que encuentras en la vía, los resortes y ballestas se comprimen al igual que los amortiguadores. Sin embargo, por su naturaleza, las ballestas y los resortes se exponen a un efecto rebote, que puede aumentar sucesivamente a medida que los baches son más frecuentes. 

En este sentido, al comprimir el gas o el aceite los amortiguadores brindan una mayor resistencia al rebote, por lo que su efectividad y resistencia dependerá de la calidad que tengan.

¿Cuáles son los tipos de amortiguadores?

En el mercado, existe una amplia gama de opciones de amortiguadores, que se clasifican según su composición o tipo de fluido. Así, estos pueden ser:

• De gas. Esta clase de amortiguadores contienen gas u óxido nitroso, que te otorga mayor estabilidad y control en la conducción, especialmente en curvas. Aunque los amortiguadores de gas son los más usados en vehículos de competición, también suelen ser más frágiles ante baches e impactos fuertes.
• De aceite. Estos amortiguadores (pueden ser hidráulicos o hidráulicos con válvulas) contienen aceite de fácil compresión y, a diferencia de los amortiguadores de gas, brindan una conducción más suave y confortable, haciendo que sientas menos los rebotes o impactos de la carretera.
• Otros.Específicamente, el fluido que compone los amortiguadores reológicos. Este comprende un porcentaje (40 %) de partículas metálicas que le dan mayor viscosidad al fluido y hace que los sensores en el sistema de suspensión  identifiquen el número de rebotes/impactos más rápidamente. Así, es un tipo de fluido que responde a los niveles de amortiguación que requiera tu automóvil.

Consecuencias de no sustituir los amortiguadores

Una vez que el desgaste de los amortiguadores empieza a afectar el rendimiento de tu vehículo, debes reemplazarlos lo antes posible, para restablecer la conducción y maniobrabilidad óptima de tu automóvil. De lo contrario, pones en riesgo la capacidad de frenado, dirección y estabilidad de tu vehículo, que en otras palabras es tu seguridad en la carretera. 

Algunas de las consecuencias de que conduzcas con los amortiguadores desgastados son:

Se reduce la eficacia del sistema de frenos

Es decir, que el desgaste de los amortiguadores aumenta la distancia de frenado de tu vehículo, poniendo en riesgo tu seguridad y la de los demás pasajeros, ante una situación donde debas frenar de emergencia. Asimismo, el riesgo de que tu automóvil derrape en carreteras mojadas (aquaplaning) es mucho mayor.

Los neumáticos se desgastan antes

Aunque el desgaste de la banda de rodadura es normal, en ocasiones podría ser el resultado del desgaste de los amortiguadores. Chequea el estado de tus neumáticos; si notas que tienen daños o un desgaste prematuro y constante, es muy probable que esté fallando la capacidad de adherencia al asfalto que le brindan los amortiguadores.

En este caso, nuestra recomendación es que no solo reemplaces la banda de rodamiento desgastada de tu(s) neumático(s), sino que revises el sistema de dirección y suspensión de tu vehículo para detectar el origen de la falla.

Aumenta el riesgo de perder el control

Haciendo que tu vehículo rebote excesivamente, oscile y se balancee abruptamente cuando giras la dirección, o que pierdas el control al ser sacudido por una ráfaga de viento al costado. 

Frente a una situación de emergencia, el que pierdas la maniobrabilidad de tu vehículo puede ser sumamente peligroso, sobre todo si los neumáticos dejan de estar en contacto con el pavimento.

El deterioro en otras piezas es mayor

A medida que los amortiguadores experimentan desgaste, su capacidad para controlar el movimiento del sistema de suspensión disminuye. Este aumento en la movilidad afecta directamente a componentes cruciales como la dirección y los frenos, generando un impacto negativo en su rendimiento y eficacia.

Ten en cuenta que este deterioro puede hacer que estos componentes se desgasten más rápidamente de lo que corresponde, generando no solo gastos adicionales sino reparaciones y reemplazos de piezas antes de que hayan cumplido su vida útil.  

Es normal que con el tiempo, los amortiguadores se desgasten y deterioren. Por esto, te recomendamos revisarlos cada 20.000 kilómetros para comprobar si es necesario que los reemplaces.

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